Mirando las cifras… ¿Volar en África sí podría considerarse peligroso?
Cuando se analizan clasificaciones de este tipo existe una tendencia a considerar a los primeros como seguros y, automáticamente, a los últimos como peligrosos. Hacer esto es un error. Aunque las compañías aéreas africanas aparecen en la última posición –y además con una gran diferencia-, siguen manteniendo un nivel de seguridad bastante alto. De media, en África se necesitaría tomar un vuelo cada día durante 1400 años para llegar a fallecer en un accidente aéreo. Ni vivimos 1400 años, ni se suele volar cada día.
No solo eso, hay compañías aéreas en África que mantienen un nivel de seguridad similar al de otras regiones, aunque sí es cierto que hay otras con una tasa de accidentes bastante más elevada que incluso la media Africana. En la página web de la Comisión Europea podemos descargarnos un archivo con las compañías aéreas prohibidas en la Unión Europea; y en la Wikipedia también podemos encontrarnos el listado de manera más gráfica (por países). Se trata de una lista actualizable, añadiendo nuevas compañías o levantando la prohibición a otras.
¿Y si me toca a mí?
Seguramente, alguna persona piense: “bueno, pero me puede tocar a mí ser uno de esos pocos fallecidos”. Es cierto y nadie puede garantizar que no lo será, pero de la misma manera que tampoco podemos garantizarle que no será una de las personas que todos los años fallecen al bajar las escaleras, paseando por la calle, o por los rayos.
Si una persona piensa que puede ser uno de esos pocos fallecidos, entonces, de la misma manera, también debería pensar que puede ser uno de los más de 3.000 millones de pasajeros que vuelan al año con normalidad, siendo esto último infinitamente más probable.
En ocasiones, esa persona continua con: “bueno, pero yo tengo muy mala suerte”. Eso es entrar en un terreno tremendamente subjetivo e irracional, y si tan mala suerte dice tener, entonces debería explicar por qué no ha tenido un accidente mortal realizando actividades que conllevan más riesgo. “No, pero mi mala suerte está relacionada con los aviones”. Y eso sería aún más irracional si cabe, en donde tendría que explicar por qué no le ha caído todavía un avión en la cabeza. Todo eso son juegos de la mente. La mente le está protegiendo para no realizar una actividad que considera peligrosa. Por eso aparecen todos esos pensamientos irracionales que intentan, muchas veces con éxito, convencerle de que hace lo correcto si no viaja en avión.