¿Qué pasaría en caso de ocurrir un fallo?
Recordemos, una vez más, que una de las reglas de oro en la aviación comercial es asumir que un sistema puede fallar. Por lo tanto, los sistemas y equipos del avión están duplicados o triplicados,estableciéndose procedimientos para tales casos. De esta manera, si ocurriese un fallo durante el vuelo, el avión seguiría capacitado para poder volar, por lo menos, hasta un aeropuerto alternativo. Es la filosofía de seguridad que se sigue en el diseño de cualquier avión, independientemente de si está destinado a hacer vuelos transoceánicos o regionales. Sin embargo, existe una diferencia. El nivel de fiabilidad y seguridad exigido es todavía mayor para aquellos aviones que seguirán rutas alejadas de aeropuertos, como al sobrevolar océanos o desiertos; y cuanto más se pretendan alejar, mayor es la fiabilidad que deben demostrar.
Por lo tanto, no habría problema si falla un motor, pues todo avión puede volar con un motor inoperativo. Tampoco lo habría si falla un generador eléctrico; hay varios. En caso de fallo de un sistema hidráulico tampoco pasaría nada; hay tres. No habría problema si falla un sistema de navegación; hay varios y de distintos tipos. En caso de presurización, se cuenta con mascarillas y procedimientos que permiten descender con oxígeno hasta una altitud en la cual se puede respirar con normalidad.
No obstante, hay que tener en cuenta ciertas cosas. Por ejemplo, tras una despresurización el avión tendría que volar a una altitud bastante inferior, de unos 3000 metros. A tal altitud, el consumo de combustible aumenta considerablemente. Evidentemente, esto se tiene en cuenta a la hora de planificar la ruta y calcular el combustible a cargar en el avión. Es decir, se verifica que en cualquier punto de la ruta, incluso el más remoto, se tiene combustible suficiente para alcanzar un aeropuerto alternativo tras una despresurización (e incluyendo un margen de seguridad).
¿Son menos seguros los vuelos transatlánticos?
Debemos tener en cuenta que alrededor del 90% de los accidentes aéreos ocurren en fases relacionadas con despegues y aterrizajes. La fase de crucero es, con diferencia, la más segura de todas. Es cuando más lejos se está del suelo, menor es la carga de trabajo y en las pocas maniobras que se realizan apenas se necesita precisión. Por lo tanto, la duración del vuelo y la superficie por la cual se vuele apenas influye en el riesgo que conlleva volar.