No es el avión en sí lo que nos produce miedo, sino los pensamientos que aparecen por nuestra mente cuando nos subimos a uno>. Por lo tanto, no es cuestión de evitar volar, sino de evitar pensar lo que solemos pensar cuando volamos o planeamos hacerlo. Nuestras interpretaciones, el desconocimiento que tenemos sobre los aviones, la prensa, películas, relatos de terceros, etc. han conseguido que tengamos la sensación que volar es peligroso y, por lo tanto, que tengamos pensamientos catastrofistas.
Se trata de cambiar los pensamientos catastrofistas por unos más realistas, más acordes con el riesgo tan sumamente pequeño que conlleva volar. Para ello, necesitaremos adquirir conocimientos que nos permita entender por qué volar es tan seguro, porque tiene su explicación; también nos servirá para deshacernos de ciertas ideas muy extendidas, que fomentan el miedo, pero que carecen de rigor. Además, conocer determinadas estrategias nos ayudará a afrontar el miedo de la mejor manera posible. ¿Qué conocimientos conviene adquirir?